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RECORRIDO ACTUALIZADO DE LA MARCHA MUNDIAL POR LA PAZ Y LA NO VIOLENCIA

jueves, 23 de abril de 2009

LA INMINENTE POSIBILIDAD DE UN DESASTRE NUCLEAR

Posiblemente muchas personas conocen, o al menos imaginan, el potencial destructivo de los arsenales nucleares distribuidos hoy en el planeta, capaces de hacerlo estallar varias veces. Posiblemente muchas personas conocen, o al menos imaginan, que ningún país del mundo, aunque no fuese blanco directo de un ataque nuclear, quedaría a salvo de las terribles consecuencias del mismo. Pero lo que seguramente la mayoría de las personas no conoce ni se atreve a imaginar, es que la posibilidad de concreción de tales ataques, está en este momento más cercana que nunca. Si se cayera en cuenta de esto, si se tomara conciencia de la gravedad de la situación, este tema debiera pasar a ser una preocupación central. Estamos diciendo que llegó la hora de que los pueblos salgan a las calles para torcer el rumbo de los acontecimientos, que hoy por hoy, bajo el descontrol de gobiernos irresponsables, nos están llevando aceleradamente hacia el desastre nuclear. Seguramente algunos piensan equivocadamente, que el genocidio de Hiroshima y Nagasaki fue una fatalidad irrepetible del pasado, o que el peligro de una conflagración nuclear concluyó cuando acabó la Guerra Fría. Sin embargo, durante todo este tiempo, los arsenales nucleares no solamente han ido creciendo en cantidad y potencial destructivo, sino que se han ido sofisticando y han proliferado, al punto tal de poder llegar a ser utilizados por una variedad muy amplia de dementes. Hoy en día, tanto los gobernantes de los denominados “países serios” (principales fabricantes de armas), como los de aquellos países catalogados como “poco serios”, como también algunas organizaciones terroristas, pueden llegar a utilizar estas armas en cualquier momento. Y no solamente pueden, sino que ya han manifestado, explícita o implícitamente, sus intenciones de hacerlo. El despliegue de un escudo estelar en Europa, por parte de USA y sus aliados, no tiene otra finalidad que prepararse para un contraataque (lo que significa que se está pensado en atacar a alguien). La proliferación descontrolada de armas nucleares, y la posibilidad de transportarlas hasta en un maletín, nos dejan también a merced de que caigan en manos del terrorismo (tan irresponsable como los supuestos “gobiernos serios”). Alguna vez se pensó, que con la caída del Muro de Berlín, se entraría en un “Nuevo Orden Mundial”, donde las hipótesis de conflictos bélicos disminuirían sensiblemente. Como en los mejores culebrones propagandísticos hollywoodenses, una vez derrotado el “villano comunista”, la paz y la prosperidad dominarían en el paraíso del “fin de la historia”. A cambio de esto, hemos ido desembocando en un “Nuevo Desorden Mundial”, donde los choques culturales, los fanatismos religiosos, los separatismos, la xenofobia, y el desquicio provocado por el capitalismo globalizado, han multiplicado el caos y la violencia. La prepotencia de USA y sus aliados, para tratar de imponer un modelo cultural y económico hegemónico, no solamente ha generado los desastres propios de la aplicación de tal modelo, sino que, además, ha generado reacciones violentas de toda índole. El creciente apoyo popular a líderes belicistas, y la multiplicación del terrorismo, son algunas de las reacciones que se vienen produciendo en muchos pueblos que se sienten pisoteados por el denominado “Primer Mundo”. Frente a estas reacciones, lejos de retroceder en su prepotencia, los poderes centrales las utilizan como pretexto para atribuirse el derecho a intervenir militarmente cualquier país, con el argumento de la “lucha contra el terrorismo” y la “defensa de la democracia”, a la vez que se van instalando en territorios ricos en recursos energéticos. Desde luego que esta política no hace más que potenciar nuevas reacciones, en un círculo vicioso de violencia que nos llevará al desastre. Como ya anticipara Silo en 1993 (Sexta Carta a mis Amigos): “El gran capital ya ha agotado la etapa de economía de mercado y comienza a disciplinar a la sociedad para afrontar el caos que él mismo ha producido. Frente a esta irracionalidad, no se levantan dialécticamente las voces de la razón sino los más oscuros racismos, fundamentalismos y fanatismos”. Hoy ya no existen fronteras para esta violencia, porque tanto las potencias militares como el terrorismo, consideran al mundo global como un único campo de batalla, y ningún país está exento de la misma. Hoy la humillación cultural, la falta de futuro y el sometimiento económico, están produciendo un creciente ejército de seres que sienten que ya no tienen nada que perder, y que están totalmente dispuestos a inmolarse en un atentado terrorista contra cualquier objetivo, que para ellos represente a ese “primer mundo” de unos pocos privilegiados. Hoy, la imperiosa necesidad de mantener por la fuerza su poder político y económico, hace que algunos líderes de los países centrales, que responden a los dictados del gran capital (ligado en muchos casos al complejo militar industrial), justifiquen ante su pueblo nuevas invasiones y masacres en otros países, con argumentos de seguridad nacional y defensa de un estilo de vida. Pero a este hoy, de por sí terrible, puede seguirle un mañana mucho peor. Porque el actual colapso financiero internacional, que no es más que el estruendo de un sistema económico que se cayó hace tiempo, potenciará aun más la violencia y el desorden, poniendo a la humanidad al borde de la catástrofe nuclear. La formidable crisis económica actual, valga decirlo, fue total responsabilidad de los “países serios”, y no fue prevista por sus “sesudos analistas y formadores de opinión”. Esto nos hace sospechar, que un futuro desastre nuclear, difícilmente será previsto o controlado a tiempo, por semejantes irresponsables e ineficientes personajes, que se atribuyen el derecho de manejar el mundo. Mucho se habla ahora, al agudizarse la crisis, de la decadencia de algunas potencias económicas como USA, presuponiendo que la única implicancia de ello será que tendrán que ajustar sus niveles de consumo. Lamentablemente para el mundo, cada vez que algunas potencias comenzaron a perder poder y se desestabilizó el tablero político mundial, se desembocó en un desenlace violento. Las dos guerras mundiales del siglo XX son una muestra de ello. Pero esta vez la humanidad no puede permitirse un nuevo “desenlace natural violento”, como consecuencia de la interacción de las desordenadas fuerzas del poder económico, y de la violencia de los ejércitos imperiales, o del terrorismo. La humanidad no puede permitirse un nuevo desenlace bélico; en primer lugar, porque de una vez por todas es necesario ponerse de pie y salir de la prehistoria humana. Y en segundo lugar, porque la proliferación nuclear combinada con el desorden y violencia crecientes, debiera hacernos recordar aquella frase de Einstein: “No sé con qué armas se luchará en la tercer guerra mundial, pero sí sé con cuales lo harán en la cuarta guerra mundial: palos y piedras”.

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