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RECORRIDO ACTUALIZADO DE LA MARCHA MUNDIAL POR LA PAZ Y LA NO VIOLENCIA

domingo, 26 de abril de 2009

¿Qué se puede hacer por la Paz?

Son numerosos y profundos los cambios que este mundo y esta sociedad necesitan transformaciones profundas en lo político, en lo económico, en lo social, en materia de salud, educación, de medio ambiente, y una extensa gama de materias. Es mucho lo que hay que transformar para superar la violencia en todos sus aspectos: la violencia física, la violencia racial, la violencia sicológica, la violencia religiosa, la violencia económica, y tantos tipos de violencia que existen en la sociedad. Pero para poner en marcha un definitivo proceso de cambios, y para llegar a tiempo con las soluciones, es prioridad número uno desactivar la bomba de tiempo que hoy está a punto de estallar. Y para desactivar esa bomba de tiempo, es imprescindible comenzar ya mismo con el desarme nuclear de todos los países que poseen ese tipo de armas, y es condición necesaria el inmediato retiro de las tropas invasoras de los países ocupados. Nada será posible si no se comienza por eso. Ya la sola existencia de los arsenales nucleares, implica una posición de fuerza y un chantaje desde algunos países hacia el resto, imponiendo relaciones de dominación, que se traducen en lo político y lo económico. La fuerza disuasiva de las armas nucleares, que durante la Guerra Fría servía para mantener un delicado equilibrio entre las dos superpotencias, hoy sirve para tratar de imponer determinadas reglas del juego internacionales. Pero en la medida que los centros de poder sientan que pierden el control y la hegemonía internacional en lo político y lo económico, creerán necesario hacer gala de su poder destructivo, para que el mundo vuelva a estar bajo su dominio. Y la consecuencia necesaria de todo ello será un mayor recrudecimiento y globalización del terrorismo. Por eso es necesario que las potencias nucleares sean las primeras en dar el ejemplo y retroceder en la carrera de la violencia y el armamentismo. Y eso no es otra cosa, en primer lugar, que desmantelar los arsenales nucleares y retirarse ya mismo de los territorios ocupados. Eso es lo que debieran hacer los gobiernos. Pero ya sabemos que en este sistema de democracias formales y mentirosas, rara vez los gobiernos hacen lo que los pueblos necesitan. Excepto que los pueblos se pongan de pie para exigirlo, y para cambiar a los gobernantes de ser necesario. Por lo tanto, cuando hablamos de lo que se debe hacer, debiéramos decir más bien, qué es lo que los pueblos deben exigirle a los gobiernos que se haga. Desde luego que un gran desafío al respecto, lo tienen los pueblos de los países que poseen armas nucleares. Comenzando por los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (supuestos garantes de la paz), y que son USA, China, Gran Bretaña, Rusia y Francia; acompañados por el resto del club nuclear: Pakistán, India, Israel y Corea del Norte. Pero para que los gobiernos de esos países desmantelen sus arsenales nucleares, y para que ningún otro país los construya, será necesario hacer oír el clamor de todos los pueblos del mundo. Porque todos los habitantes del planeta somos rehenes de la amenaza nuclear, y reclamamos nuestro derecho a vivir en paz y libertad, y no se vive en libertad cuando se vive amenazado. Y desde luego que a partir del desarme nuclear y del retiro de las tropas de los territorios ocupados, debiera iniciarse un desarme general progresivo de todo tipo de armamentos. Hay que reconvertir la industria bélica, la industria de la muerte, en una industria para la vida. Baste decir que con el 10 % del presupuesto mundial destinado a las armas, se podría resolver el hambre en todo el planeta. Y desde luego que mientras la amenaza de la guerra y la destrucción se aleje, habrá que hablar también de ir resolviendo de modo no-violento, los problemas de injusticia, de pobreza, de salud, de educación, de medio ambiente, y tantos otros, desde la óptica de un Humanismo Universalista. Pero sabemos que la construcción de una Nación Humana Universal, comienza por la paz y la no violencia activa.

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